Todavía los movimientos de mujeres no habían eclosionado en la Argentina; cuando María Elena Walsh escribía y cantaba palabras incóm odas; cuestionaba los rígidos roles asignados a mujeres y varones; y se manifestaba contra la misoginia y la violencia machista.
Fecha Publicación: 02/2024
Cuando todavía no había aparecido en la Argentina el colectivo Ni una menos; ni habían salido a las calles miles de chicas reclamando por el fin del patriarcado; María Elena Walsh escribía; cantaba y pronunciaba palabras incómodas; cuestionaba los rígidos roles asignados a mujeres y varones; se resistía a lavar los platos por mandato y se manifestaba contra la misoginia y la violencia machista. El feminismo reúne los textos que; como piedras preciosas y filosas; lanzaba desde diarios y revistas; columnas radiales; discos y escenarios. Escritos a lo largo de cincuenta años -algunos inéditos-; son de sorprendente actualidad; la confirman como la referente intelectual que trasciende generaciones y la revelan; además; como pionera y precursora de la reciente eclosión de los movimientos de mujeres. Sin perder el humor y la paciencia; Walsh persuade con naturalidad y el alcance de su compromiso ético la ha convertido en un símbolo que enriquece y renueva el feminismo en la Argentina. «Quien no fue mujer / ni trabajador / piensa que el de ayer / fue un tiempo mejor / y al compás de la nostalgia / hoy bailamos por error». «Las mujeres; como los negros; los colonizados; la clase trabajadora; a medida que tomamos conciencia; menos queremos dádivas; queremos lo que nos pertenece por derecho y nos arrebatan día a día; es decir; todo. Las mujeres; que fuimos custodias de la vida -para que fuera rifada en guerras-; queremos más que nunca defenderla de los fabricantes de muerte. Pero según; cómo y cuándo lo determinemos nosotras». «El Movimiento de Liberación Femenina es una ideología revolucionaria; no exprimida de libracos apolillados; sino del cotidiano martirio de la mitad de la humanidad. Nace en las ferias y junto a las bateas; a la vera de las camillas de ginecólogos carniceros y a contrapelo de los viejitos célibes del Vaticano que vienen diagramando la conducta sexual según conviene a los intereses de los capitales y a las fluctuaciones del mercado bélico».